lunes, 11 de abril de 2016

La Parra en el Diccionario Enciclopédico de Pascual Madoz 1847

La Parra en el Diccionario Enciclopédico de Pascual Madoz 1847

Diccionario geográfico-estadístico-historico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850) - Madoz, Pascual, 1806-1870 - TOMO XII - PÁGS 703-704

    Parra (La): villa con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Badajoz (8 leguas), partido judicial de Zafra audiencia territorial de Cáceres (20), capitania general de Estremadura. situado en las faldas convergentes de 2 sierras, es de clima templado, reinan los vientos E. y NE. y se padecen gastro-enteritis y reumas: 
     tiene 330 casas, 78 calles; 2 callejuelas, una plazuela y la plaza de la Constitucion, casa de ayuntamiento  regular, cárcel poco segura, lóbrega é insalubre, un establecimiento de beneficencia pobre y arruinado[Hospital], porque sus rentas consisten en 300 rs., en censos que no se cobran, de modo que solo sirve para abrigo de mendigos transeuntes; una escuela de niños dotada con 2,200 rs. de los fondos públicos, 145 por censos de la obra pia que fundó el bachiller D. Alonso Martin Galindo y las pocas retribuciones de los 60, que concurren;
      un convento de monjas de Sta. Clara existente; un oratorio particular con puerta al público en las casas de D. José Antonio Diosdado, dedicado á San Antonio de Padua, con rentas para una funcion, sobre un olivar del nombre del Santo;
     iglesia parroquial dedicada á la Asuncion de Ntra. Sra. con curato de término y de provision ordinaria, erigido en arcipréstazgo con silla, en la catedral de Badajoz y colegial de Zafra: el edificio es sólido, de órden dórico; su torre está sin concluir, y en ella existe el reloj de la villa: hay ademas una ermita con la advocacion del apóstol Santiago que sirve de ayuda de parroquia, y en los afueras otras 4 con los titulos de San Juan, Sta. Lucia, los Santos-Mártires y San Pedro, y por último el cementerio al N. bastante capaz, hecho en setiembre de 1834.

      Se surte de aguas potables en 12 fuentes á la parte de la sierra, en forma de estanques, de la llamada de Abajo, se surte un pilar para caballerias y la fuente del convento de monjas. 
    Confina el termino por N. con Villalba y Sta. Marta; E. Feria; S. Salvatierra de los Barros, y O. Morera, á distancia de 1/4 á una legua y comprende 3 dehesas de monte de encina, llamadas Naranjero, al S. de 4,000 fan. de cabida; del Campo al N., de 1,800; del Salamanco al NE. poco mas pequeña; las 2 primeras de propios y la última del duque de Feria; muchos olivares, 40 huertas, 4,000 fan. de tierra roturada y 3,000 de yerbas, en las dehesas de la Rabiza, Zahurdones, Añosas, Añosillas, Lomo del Acevuche, Valde-el-espino, y Valle-hondo.
    
    Le bañan la rivera Antrús[Entrín], la de Salvatierra y Valdenodilla [Valderroilla] y la de Guadajira, que da agua á la albuhera existente entre este término y el de Feria. El terreno en su mayor parte es montuoso, con solo una vega contigua al pueblo que se dilata desde la sierra llamada del Pico y cerros del Zahurdon al E., hasta el término de la Morera al 0., comprendiéndose aquí las mejores tierras; aunque tambien hay en la dehesa del Campo, que es toda llana, acabadas las sierras de Calatrava y Madroñera , unos pedazos llamados los Santiscales y el Charnecal, bastante buenos; lo demas es de tercera calidad.
   Los caminos vecinales; pasando la carretera de Badajoz á Sevilla por la dehesa del Campo; á una legua de distancia, por o cual y por hallarse las sierras en el intermedio no reporta ventaja alguna al pueblo: otra cosa seria si se abriesen 2 caminos de ruedas; el uno desde Olivenza á Zafra, y el otro desde Villalba á Jeréz de los Caballeros, cuyas comunicaciones serian de inmensa utilidad al pais. 
    El correo se recibe en Zafra, por balijero, dos veces á la semana.
    Produce: trigo en abundancia, cebada, avena, centeno, habas, garbanzos, verduras, frutas, vino y aceite; se mantiene ganado lanar, de cerda, cabrío, vacuno, caballerias mayores y menores, y se cria caza menor, muchos lobos y algunos jabalíes, Industria y comercio: una fábrica de curtidos, parada; 3 telares de lino y lana, 3 molinos de aceite, 6 harinero: 13 tahonas y 3 de moler zumaque; muchos hornos de cal, de que los habitantes sacan bastante lucro, llevándola á los pueblos inmediatos, traficándose igualmente en granos y aceites, y se celebra una feria desde el 24 al 27 de agosto, en la que se presentan especialmente caballerías: era muy concurrida antiguamente; pero va desapareciendo por las escasas comodidades de la villa. 
    Poblacion: 370 vecinos, 1,160 almas.
   Perteneció esta villa al ducado de Feria: fue mayor, existiendo todavia restos de las calles del Matadero, Tras la Sierra y Amargura, reducidas hoy á olivares; se cree debe su origen á que siendo el único paso desde Mérida á Jeréz era tan peligroso que los templarios tenian una fortaleza donde estuvo la primera casa del pueblo quo hoy, es huerta, y una horca en el pico de la sierra asi llamada a sus inmediaciones: en el año 1706 fue desenterrada una lápida de mármol, que hoy sirve de pila del agua bendita en la ermita de San Juan, de 1 1/2 vara de alto, y 1/2 de ancho, con la inscripcion que traducida dice: Sagrados Dioses Manes: Helvia, de una familia ilustre y virtuosa, murió de edad de 40 años. S.T.T.L., Lucio Blayo Calpurniano dedicó este monumento á su querida madre.
    Los pueblos que comprende el arciprestazgo de esta villa son: Morera, Nogales, Torre, Almendral, Valverde de Leganés, Salvaleon, Barcarrota, Salvatierra, Feria, Alconera, Villalba, Solana, Albuera y Sta. Marta. "

viernes, 8 de abril de 2016

Paisajes de Andar Extremeño - La Parra - Fernando Pérez Marqués

Paisajes del Andar Extremeño

LA PARRA
(una visión de nuestro pueblo en la década de 1960)


Sesga la carreterita que arranca de Santa Marta el llamado puerto de Calado y ya puedes contemplar, traspuesta Sierra Calera, un valle ancho, bucólico, al modo que es familiar en nuestra tierra, con zonas cubiertas de pasto y siembra de cereal, y si hay bosques, es el encinar, los olivos, las higueras y, en los recuestos descarnados, unos almendros retorcidos, "finos, sensitivos", esto es, azorinianos. Te detienes y, a la izquierda -lo indica el nombre del propio paraje: Tomillares, tornas una ramita olorosa, para estrujarla en las manos, o lo que es lo mismo, el tomillo salsero, para aliño de olivas, que se llevan la palma en el gusto de los entremeses.

Mínimo y dulce, aparece un pueblecito en la nava inmensa: La Morera. Y ¡qué curioso! Casi en línea, enfilas poblaciones con nombres de una rara coincidencia forestal: Nogales, Almendral, La Morera, La Parra ... Nosotros vamos ahora a La Parra, un lugar que presentimos incluido en la definición de "pueblo dormido", de Aulo Gelio, uno de esos pueblos "que pueden dormir con sus virtudes", estático y callado, lejos del bullicio moderno. Blanco, en el comienzo mismo de la falda serrana, alarga su caserío; subes sus calles, te detienes, cenizas, buscas el por qué de tus noticias: de aquí salió mucha y egregia gente. Cabeza de arciprestazgo y villa antigua del señorío de los Suárez de Figueroa, ya antes la apetecieron los Templarios. Todavía te señalan: "Mire, ahí están los restos de lo que fue palacio de Templarios". Un muro terroso, con restos de recinto adintelado; tras de él, un solar que ahora perforan y allá en lo hondo dan con abundante caudal para el suministro público, aunque antaño no fuera éste, en realidad, el gran problema: no muchas décadas atrás, bajaba el agua por sus calles, con sangrías dispuestas para el riego de los huertecillos caseros. Y hemos visitado precisamente uno de esos huertecillos urbanos que existen en la Parra; está un poco triste, abandonado, sin el cuido y mimo de su dueño antiguo; todavía quedan los viales, los arriates, los entoldados; pero ni los rosales, ni los laureles, ni los naranjos, tienen el lustre que les daba la caricia del viejo hidalgo que los cultivaba, celoso de su bien.
         

Hay, naturalmente, que visitar la iglesia; en cada pueblo os llevan al templo parroquia1 para que contempléis sus imágenes, sus retablos, sus ornamentos. ¡Que!, parecen decir, mientras os miran. Aquí es bonita, hoy remozada, de nueva solería de muros albos, recientísimos. Tiene tres naves, de bóvedas nervadas, arco frontero apuntado y aire gótico, como las portadas, de austera sencillez. La torre, que está inconclusa, achaparra el conjunto y menoscaba un tantico la impresión que produce, sabiendo no obstante que tuvieron predicamento religioso sus regidores, erigidos en arciprestes de catorce pueblos adscritos y con silla en la Catedral de Badajoz y en la Colegiata de Zafra. Propició este clima señero la posibilidad de que en su interior existiese una imagen de admirable entalladura, el Santísimo Cristo de las Misericordias, elogiada de los doctos.

Otra imagen que centra devoción local es la de San Juan, que tiene ermita en el extrarradio; de alabastro finísimo, traslúcido, dejó sentir su peso como si fuese de plomo para mostrar su deseo de no continuar viaje a Badajoz y quedarse en este lugar, con templo y veneración. Te acercas a su santuario y tocas, en rito tradicional, la campana para dar a conocer en la villa tu visita. Y agitas también, por no ser menos, hasta escuchar una liviana campanilla interior, la imagen de San Blas. Muy antañona esta ermita, ancha, vasta, con porches y dependencias diversas, anexa un pequeño coso para celebrar las fiestas en honor del titular, ostentosas y concurridas otros tiempos.

Subes al campanario parroquial con ilusión de ver cosas, pero desde su altura sólo se domina una mínima parte del pueblo. Rumorean por aquí unas abejas, enjambradas en un hueco del muro; se oye insistente piar de gorriones y, estando como está a dos pasos el campo, se acerca algún que otro jilguero. Un gato sestea, indiferente, a la fresca de una sombra, sin duda acostumbrado a la pajareril algarabía. Por un caminito marginado de zarzamoras, avanza una niña que porta a pulso dos cubos con sus tiernos brazos. Al otro lado de ese camino arranca una eminencia con rellanos de hornos caleros, y más lejos se alza esta lúgubre celebridad: el Pico de la Horca. Vergara, en su Refranero geográfico, dice que esta horca "era tan celebrada como el rollo de Écija en Andalucía y el de Villalón en Castilla". Pasas, miras y remiras las calles, las plazas.. . ¿Ésta en que estás ahora? Plaza Vieja; en una esquina, modesto, insignificante, sin cosa mayor, aunque diferenciándose del conjunto, aparece el Ayuntamiento, con soportal de recia columna de piedra al medio. Vías estrechas y tortuosas que llevan nombres tradicionales y eufónicos: Altozano, Santa María, Santiago, De la Cruz, Feria. Encuentras acá y allá piedras blasonadas, profusas de cuartelaje, con águilas exployadas, bandas y fajas, cruces flordelisadas, osos empinantes. Te llama quizá la atención una calle, blanca de enjalbegadura, en la que se conjugan primorosamente la verdura de las plantas con la policromía de las flores que sobresalen de los patios y rebosan en los balcones. Y ¿no sabes? Tiene este nombre: Vergeles. Y es que, amigo, a veces existe una concordancia perfecta, una armonía estupenda, admirable, entre las cosas.

   

No se le perdonaría a la pluma esta omisión: "Combento de religiosas de Santa Clara", rótulo que en viejos caracteres, en muro blanco, lees al pasar. Entras y te sorprende muy gratamente el delicioso perfume a nardo y jazmín que hay en su iglesia, chiquita y dulce, de coro alto y bajo, con celosías, para monjas, y unos cuadros oscuros, patinosos, colgados de las paredes. Las imágenes de San Francisco y Santa Clara, en pequeño altar barroco, sumido a la sazón en suave penumbra, presidiendo este beaterio fundado por aquel "ángel de la contemplación y mártir de la penitencia", que fue sor María de Jesucristo(*).

(*) Hoy -me dicen- no es ya más que un palomarcico vacío, sin alas elevándose místicamente al cielo.




       Y cuando has recorrido este pueblo apartado, recoleto, este pueblecito sencillo, con una iglesia de sabor arcaico, con un conventico pobre, con unas callejuelas empedradas y que tienen hierbajos adventicios en el borde de las aceras; este pueblecito de casas blancas, refulgentes, en las que resalta el verdor que asoma de los patios y el colorido de los geranios que adornan los balcones; este pueblecito por cuyos callejones extremos todavía afluyen, conducidas por unos magros y acerados labriegos, las mulitas que traen a lomos, terciados, los costales de las eras; esta población, en fin, en la que reina una paz densa, profunda, gozada al visitarla en la serenidad de una tarde de verano, entonces ha habido un momento en que has pensado, aunque no lo entiendas, que ha tenido que existir en su ambiente, alguna fuerza propulsora, alguna concordancia entre el practicismo rural y la férvida idealidad, en tanto cuanto han salido de aquí -¿cito nombres?- protomédicos de reyes, secretarios de emperadores, obispos, capitanes, oidores, protonotarios, provinciales y priores, integrantes de una antigua y extraña corriente vital, fatalmente sumida en la mar callada del tiempo.


FERNANDO PÉREZ MARQUÉS

POSTALES DE ANDAR EXTREMEÑO 2004

Artículos publicados en la década de los sesenta y recopilados en esta colección de Viajes a Extremadura del Plan de Fomento de la Lectura de Extremadura.

Artículo publicado en la web www.laparra.com.es


 

Prensa : Diario "La Epoca" . 6 de Julio de 1884


Diario "La Epoca" . 6 de Julio de 1884
 


En el pueblo de La Parra (badajoz) descargó el día 1º una fuerte tormenta, causando gran pánico en sus moradores y daños incalculables en las mieses que aún no estan recolectadas.
La tormenta duró 5 horas, fenomeno que hace más de cuarenta años no se observa en aquel pueblo: no hubo desgracias personales, aunque fueron varias las chispas electricas que se desprendieron en aquellos contornos.




José Juan Durán
Publicado en el grupo facebook "la parra en la memoria"

Mapas historicos I



Mapas historicos en los que sale nuestro pueblo (I):


Numerosas aldeas se perdieron con el paso de los años en nuestros alrededores, aquí en amarillo algunas de ellas como Cuellos, Argamasa, Don Blasco, Pesquero....algunas ya son solamente un cortijo.

Fuente :1766-Tomas lopez V.M







José Juan Durán - 27 de Junio 2015

Publicado en el grupo "La Parra" de Facebook.

Nuestra Memoria...



Nuestra Memoria....



Se hace necesario que entre todos pongamos un granito de arena para no dejar que la memoria de nuestro pueblo, la memoria de nuestros mayores se pierda. Nuestros mayores van dejándonos, y con ellos todo lo que sus descendientes les han contado y les han enseñado. Unas cosas se quedan y otras no podremos recuperarlas nunca. Canciones, historias, leyendas, recetas, música, fotografías....todo aquello que nuestros mayores nos dejaron es importante que lo recuperemos y lo compartamos para que nunca más se pierda. Poner un poco cada uno de nuestra parte no es difícil, podemos grabar a nuestros mayores con nuestros nuevos móviles contándonos esas historias, podemos escribirlas aquí y compartirlas con los demás...es importante que todo esto no se pierda. Os invito a que lo hagamos entre todos.
Si tenéis algún problema para recopilar cosas o no sabéis donde enviarlo, os podeis poner en contacto conmigo.







Jose Juan Durán Murillo - 5 de Febrero 2014

Publicado en el grupo "La Parra en la Memoria" - Facebook